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Los barrios educadores es un movimiento ciudadano que surge en el año 2006 en la ciudad de Puebla,  generado por la búsqueda de dos educadores mexicanos Abel Pérez Rojas, Luis Fernando Paredes Porras y Eréndida Armas Aguirre, quienes acompañados e inspirados por otros ciudadanos, asumen los principios de la Carta de las Ciudades Educadoras (CCE) de la Red Internacional de Ciudades Educadoras generada en Barcelona en 1990, revisada en Bolonia en 1994 y en Génova en el 2004, como una brújula para dinamizar procesos educativos desde la sociedad civil organizada, toda vez que la ciudad la hacen los ciudadanos que en ella habitan y que los barrios o  colonias, son el constructo inmediato colectivo después de la familia, que pueden fortalecer o no, el tejido social.

La Carta de Barrios Educadores (2015) se diferencia fundamentalmente de la Carta de Ciudades Educadoras en los siguientes aspectos:

  1. Describe las posibilidades y responsabilidades que los habitantes de una demarcación: un barrio o colonia de cualquier municipio, tienen ante el deber de vivenciar los 4 pilares de la educación para el siglo XXI en su entorno colectivo inmediato: las calles por las que transita cotidianamente en su barrio, su colonia: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos, aprender a vivir con los demás y aprender a ser.
  2. Reconoce el poder que el saber de los colectivos ciudadanos tienen para resarcir y fortalecer el tejido social.
  3. Reconoce que todo ciudadano de cualquier edad, es un agente educador. Que todos somos modificables y que juntos podemos crear contextos que posibiliten el desarrollo armónico de nuestras facultades individuales y colectivas.
  4. Busca empoderar al ciudadano de todas las edades desde, con y para la convivencia pacífica, sin esperar que este proceso provenga de las intenciones y se mantenga de los presupuestos de cualquiera de los tres niveles de gobierno.

El Barrio Educador se asume como un ente vivo y organizado capaz de crear ambientes educadores aun cuando llegasen las autoridades públicas a mostrar  desinterés, negar  apoyos o incluso, presentar oposición. En todo momento el Barrio Educador buscará impactar en política pública, buscando alianzas con el Gobierno y sus instituciones,  anhelando contar con autoridades que hagan suya la Carta de la Ciudades Educadoras y puedan compartir el mismo ideal gobernantes y gobernados. La Carta de Barrios Educadores es, en ese sentido y llegado el momento, un complemento de la Carta de Ciudades Educadoras que posibilita la identificación, resguardo y divulgación de procesos educadores formales, no formales e informales que son muchas de las veces, pasados por alto por los gobiernos, pero que, al visibilizarlos, pueden optimizar todo tipo de recursos y plantear procesos que permitan la evolución del tejido social en medio de ambientes lo menos amenazantes posibles.

Un Barrio Educador facilita al gobierno, el servirle a los ciudadanos quienes demandarán este cumplimiento conforme a los procesos legales sin permanecer estáticos, ya que el Barrio Educador genera su propio  movimiento con o sin los tiempos y formas gubernamentales, mediando en todo momento una relación respetuosa; sinergia es la palabra que describe esta intención. Lo mejor que a un Barrio Educador le puede pasar es que un Gobierno haga suyo los principios de la Carta de Ciudades Educadoras, documento base de la presente carta.

La presente Carta de Barrios Educadores (CBE) se fundamenta en: la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948); en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1966);  en la Convención sobre los Derechos de la Infancia (1989);  la Declaración Mundial sobre Educación para Todos (1990), en  la Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural (2001), que señala la Carta de Ciudades Educadoras (CCE); en el  Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI, presidida por Jacques Delors (1996)  y en  la Ley General de Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes en México ( 2014).

Preámbulo

Hoy más que nunca el barrio, grande o pequeño, dispone de incontables posibilidades educadoras, pero también pueden incidir en ella fuerzas e inercias deseducadoras. De una forma u otra, el barrio presenta elementos importantes para una formación integral: es un sistema complejo y a la vez un agente educativo permanente, plural y poliédrico, capaz de contrarrestar los factores deseducativos. El papel de los barrios (colonias, agencias, etc) juegan un papel preponderante en esta intención educativa.

Un Barrio Educador tiene personalidad propia, integrada en la ciudad a la cual pertenece, a la región, al país donde se ubica. Su identidad es, por tanto, interdependiente con la del territorio del que forma parte. En ese sentido el Barrio “El Flamenco” forma parte del municipio de Tuxtepec y de la región cultural del Sotavento, la llamada franja jarocha, el alto Papaloapan y de la Chinantla;  el Barrio es un ente que se relaciona con su entorno con otros núcleos urbanos de su territorio, barrios de otras  ciudades y de otros países. Su objetivo constante será aprender, intercambiar, compartir y, por lo tanto, enriquecer la vida de sus habitantes.

El Barrio Educador ha de ejercitar y desarrollar esta función paralelamente a las tradicionales (económica, social, política y de prestación de servicios), con la mira puesta en la formación, promoción y desarrollo de todos sus habitantes. Atenderá prioritariamente a los niños y jóvenes, pero con voluntad decidida de incorporación de personas de todas las edades a la formación a lo largo de la vida.

Las razones que justifican esta función son de orden social, económico y político; orientadas, sobre todo, a un proyecto cultural y formativo eficiente y convivencial. Estos son los grandes retos del siglo XXI: en primer lugar, «invertir» en la educación, en cada persona, de manera que ésta sea cada vez más capaz de expresar, afirmar y desarrollar su propio potencial humano, con su singularidad, creatividad y responsabilidad. En segundo lugar, promover condiciones de plena igualdad para que todos puedan sentirse respetados y ser respetuosos, capaces de diálogo. Y, en tercer lugar, conjugar todos los factores posibles para que pueda construirse, barrio a barrio,  una verdadera sociedad del conocimiento sin exclusiones, para lo que hay que prever, entre otras necesidades, un acceso fácil de toda la población a las tecnologías de la información y de las comunicaciones que permiten su desarrollo.

Los Barrios Educadores, con sus instituciones educativas formales y sus intervenciones no formales (con intencionalidad educativa fuera de la educación reglada) e informales (no intencionales ni planificadas) colaborarán, bilateral o multilateralmente, para hacer realidad el intercambio de experiencias. Con espíritu de cooperación, apoyarán mutuamente los proyectos de estudio e inversión, bien en forma de cooperación directa, bien colaborando con la gestión ante organismos locales, estatales, nacionales e  internacionales.

La humanidad no está viviendo sólo una etapa de cambios, sino un verdadero cambio de etapa. Las personas deben formarse para su adaptación crítica y participación activa en los retos y posibilidades que se abren con la globalización de los procesos económicos y sociales; para su intervención desde el mundo local en la complejidad mundial, y para mantener su autonomía ante una información desbordante y controlada desde centros de poder económico y político.

Por otra parte, el niño y el joven han dejado de ser protagonistas pasivos de la vida social y, por lo tanto, del Barrio. La Convención de las Naciones Unidas del 20 de noviembre de 1989, que desarrolla y considera vinculantes los principios de la Declaración Universal de 1959, los ha convertido en ciudadanos y ciudadanas de pleno derecho al otorgarles derechos civiles y políticos. Pueden, por tanto, asociarse y participar según su grado de madurez. Cuentan además con la protección de la Ley General de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, que entró en vigor en nuestro país en diciembre de 2014.

La protección del niño y del joven en el Barrio no consiste sólo en privilegiar su condición. Importa además hallar el lugar que en realidad les corresponde junto a unas personas adultas que posean como virtud ciudadana la satisfacción que debe presidir la convivencia entre generaciones. Niños y adultos aparecen, a principios del siglo XXI, necesitados por igual de una educación a lo largo de la vida, de una formación siempre renovada.

La ciudadanía global se va configurando sin que exista todavía un espacio global democrático, sin que muchos países hayan alcanzado una democracia efectiva y a la vez respetuosa con sus genuinos patrones sociales y culturales y sin que las democracias con mayor tradición puedan sentirse satisfechas con la calidad de sus sistemas. En tal contexto, los Barrios  deben actuar, desde su dimensión local, como plataformas de experimentación y consolidación de una ciudadanía democrática plena, promotoras de una convivencia pacífica mediante la formación en valores éticos y cívicos, el respeto a la pluralidad de las diversas formas posibles de gobierno y el estímulo de unos mecanismos representativos y participativos de calidad.

La diversidad es inherente a los Barrios actuales y se prevé un incremento aún mayor en el futuro. Por ello, uno de los retos del Barrio educador es promover el equilibrio y la armonía entre identidad y diversidad, teniendo en cuenta las aportaciones de las comunidades que lo integran y el derecho de todos los que en él conviven a sentirse reconocidos desde su propia identidad cultural.

Vivimos en un mundo de incertidumbre que privilegia la búsqueda de seguridad, que a menudo se expresa como negación del otro y desconfianza mutua. El Barrio educador, consciente de ello, no busca soluciones unilaterales simples; acepta la contradicción y propone procesos de conocimiento, diálogo y participación como el camino idóneo para convivir en y con la incertidumbre.

Se afirma pues, el derecho al Barrio educador, que debe entenderse como una extensión efectiva del derecho fundamental a la educación. Debe producirse una verdadera fusión, en la etapa educativa formal y en la vida adulta, de los recursos y la potencia formativa del Barrio con el desarrollo ordinario del sistema educativo, laboral y social.

El derecho al Barrio educador debe ser una garantía relevante de los principios de igualdad entre todas las personas, de justicia social y de equilibrio territorial.

Ello acentúa la responsabilidad de los autoridades electas por el Barrio, de sus líderes naturales, de sus instituciones educativas formales y no formales, de las organizaciones civiles, de los empresarios, de cada vecino en particular  en el sentido de desarrollar todas las potencialidades educativas que alberga el Barrio, incorporando a su proyecto político, en sus políticas y procedimientos, en sus  principios y valores los  del Barrio educador.

Principios

I.- EL DERECHO AL BARRIO EDUCADOR

  1. Todos los habitantes de un barrio tendrán el derecho a disfrutar, en condiciones de libertad e igualdad, de los medios y oportunidades de formación, entretenimiento y desarrollo personal que el mismo ofrece. El derecho al barrio educador se propone como una extensión del derecho fundamental de todas las personas a la educación. El barrio educador renueva permanentemente su compromiso con la formación de sus habitantes a lo largo de la vida en los más diversos aspectos. Y para que ello sea posible, deberá tener en cuenta todos los grupos, con sus necesidades particulares.
    En la planificación y gobierno del barrio, sus autoridades tomarán las medidas necesarias encaminadas a suprimir los obstáculos de cualquier tipo, incluidas las barreras físicas, que impidan el ejercicio del derecho a la igualdad. Serán responsables de ello tanto las mesas directivas de colonos, las asociaciones de colonos o cualquier nombre que reciban las autoridades del barrio y la administración municipal; y estarán fundamentalmente comprometidos en esta empresa los propios habitantes del barrio, tanto a nivel personal como a través de las distintas formas de asociación a las que pertenezcan.
  2. El barrio promoverá la educación en la diversidad, para la comprensión, la cooperación solidaria internacional y la paz en el mundo. Una educación que combata cualquier forma de discriminación. Favorecerá la libertad de expresión, la diversidad cultural y el diálogo en condiciones de igualdad. Acogerá tanto las iniciativas de vanguardia como las de cultura popular, independientemente de su origen. Contribuirá a corregir las desigualdades que surjan en la promoción cultural producidas por criterios exclusivamente mercantiles.
  3. Un barrio educador fomentará el diálogo entre generaciones, no sólo como fórmula de convivencia pacífica, sino como búsqueda de proyectos comunes y compartidos entre grupos de personas de edades distintas. Estos proyectos deberían orientarse a la realización de iniciativas y acciones cívicas cuyo valor consista precisamente en su carácter intergeneracional y en el aprovechamiento de las respectivas capacidades y valores propios de las distintas edades.
  4. Las políticas del barrio de carácter educativo se entenderán siempre referidas a un contexto más amplio inspirado en los principios de la justicia social, el civismo democrático, la calidad de vida y la promoción de sus habitantes.
  5. Las autoridades del barrio demandarán en todo momento a las autoridades municipales ejerzan con eficacia las competencias que les correspondan en materia de educación. Sea cual fuere el alcance de estas competencias, deberán plantear junto con el barrio una política educativa amplia, de carácter transversal e innovador, incluyendo en ella todas las modalidades de educación formal, no formal e informal y las diversas manifestaciones culturales, fuentes de información y vías de descubrimiento de la realidad que se produzcan en el barrio.
    El papel de la administración municipal y de los representantes de elección popular es establecer las políticas locales que se revelen posibles y evaluar su eficacia; además de obtener los pronunciamientos legislativos oportunos en el municipio a favor de los procesos educadores y dinamizar este proceso legislativo en el  estado y el país, a fin de beneficiar a los habitantes no sólo del barrio educador.
  6. Con el fin de llevar a cabo una actuación adecuada, las personas responsables de la política municipal de una ciudad deberán tener información precisa sobre la situación y necesidades de sus habitantes. En este sentido realizarán estudios, que mantendrán actualizados y harán públicos, y establecerán canales permanentes abiertos a individuos y colectivos que permitan formular propuestas concretas y de política general. Asimismo, el municipio en el proceso de toma de decisiones en cualquiera de los ámbitos de su responsabilidad, tendrá en cuenta el impacto educativo y formativo de las mismas. El barrio educador buscará hacer uso pertinente de dicha información y colaborará en su generación y divulgación.

II.- EL COMPROMISO DEL BARRIO

  1. El barrio ha de saber encontrar, preservar y presentar su propia y compleja identidad. Ello lo hará único y será la base para un diálogo fecundo en su interior y con otras ciudades. La valoración de sus costumbres y de sus orígenes ha de ser compatible con las formas de vida internacionales. De este modo podrá ofrecer una imagen atractiva sin desvirtuar su entorno natural y social. A su vez, promoverá el conocimiento, aprendizaje y uso de las lenguas presentes en el barrio como elemento integrador y factor de cohesión entre las personas.
  1. La transformación y el crecimiento de un barrio deberán estar presididos por la armonía entre las nuevas necesidades y la perpetuación de construcciones y símbolos que constituyan claros referentes de su pasado y de su existencia. La planificación urbana deberá tener en cuenta el gran impacto del entorno urbano en el desarrollo de todos los individuos, en la integración de sus aspiraciones personales y sociales y deberá actuar contra la segregación de generaciones y de personas de diferentes culturas, las cuales tienen mucho que aprender unas de otras.
    La ordenación del espacio físico urbano atenderá las necesidades de accesibilidad, encuentro, relación, juego y esparcimiento y un mayor acercamiento a la naturaleza. El barrio educador otorgará un cuidado especial a las necesidades de las personas con dependencia, en su planificación urbanística, de equipamientos y servicios, con el fin de garantizarles un entorno amable y respetuoso con las limitaciones que puedan presentar, sin que hayan de renunciar a la máxima autonomía posible.
  2. El barrio educador fomentará la participación ciudadana desde una perspectiva crítica y corresponsable. Para ello, las autoridades del barrio solicitarán al gobierno local facilite la información necesaria y promueva junto con el barrio desde la transversalidad, orientaciones y actividades de formación en valores éticos y cívicos.
    El barrio estimulará, al mismo tiempo, la participación ciudadana en el proyecto colectivo a partir de las instituciones y organizaciones civiles y sociales, tomando en consideración las iniciativas privadas y otras formas de participación espontánea, incluyendo las provenientes de otros barrios, otras ciudades y países.
  3. El Gobierno Municipal deberá dotar al barrio de los espacios, equipamientos y servicios públicos adecuados al desarrollo personal, social, moral y cultural de todos sus habitantes, con especial atención a la infancia y la juventud. Todos los habitantes del barrio serán responsables de darles un buen uso y mantenerlos en el mejor estado.
  4. El barrio deberá garantizar junto con las autoridades municipales la calidad de vida de todos sus habitantes. Ello supone el equilibrio con el entorno natural, el derecho a un medio ambiente saludable, además del derecho a la vivienda, al trabajo, al esparcimiento y al transporte público, entre otros. A su vez, promoverá activamente la educación para la salud y la participación de todos sus habitantes en buenas prácticas de desarrollo sustentable.
  5. El proyecto educativo explícito y el implícito en la estructura y el régimen del barrio, los valores que éste fomente, la calidad de vida que ofrezca, las celebraciones que organice, las campañas o proyectos de cualquier tipo que prepare, serán objeto de reflexión y participación de sus habitantes, con los instrumentos necesarios que ayuden a las personas a crecer personal y colectivamente.

III. AL SERVICIO INTEGRAL DE LAS PERSONAS

  1. El barrio evaluará el impacto de aquellas propuestas culturales, recreativas, informativas, publicitarias o de otro tipo y de las realidades que niños y jóvenes reciben sin mediación alguna. Llegado el caso, emprenderá sin dirigismos acciones que den lugar a una explicación o a una interpretación razonable. Procurará que se establezca un equilibrio entre la necesidad de protección y la autonomía para el descubrimiento. Proporcionará, asimismo, ámbitos de formación y debate, incluyendo el intercambio entre  barrios, con el fin de que todos sus habitantes puedan asumir plenamente las novedades que éstos generan.
  1. El barrio procurará que las familias reciban la formación que les permita ayudar a sus hijos a crecer y a aprehender el barrio, la  ciudad, la región, el país, dentro del espíritu de respeto mutuo. En este mismo sentido desarrollará propuestas de formación para los educadores en general y para las personas (particulares o personal de servicios públicos) que en la ciudad cumplen, a menudo sin ser conscientes de ello, funciones educativas. Se ocupará, asimismo, de solicitar y demandar que los cuerpos de seguridad y de protección civil que dependen directamente del municipio actúen conforme a dichas propuestas.
  2. El barrio deberá ofrecer a sus habitantes la perspectiva de ocupar un puesto en la sociedad; les facilitará el asesoramiento necesario para su orientación personal y vocacional y posibilitará su participación en actividades sociales. En el terreno específico de la relación educación-trabajo es importante señalar la estrecha relación que deberá existir entre la planificación educativa y las necesidades del mercado de trabajo.
    En este sentido, el barrio definirá estrategias de formación que tengan en cuenta la demanda social y cooperarán con las organizaciones sindicales y empresariales en la creación de puestos de trabajo y en actividades formativas de carácter formal y no formal, a lo largo de la vida.
  3. El barrio deberá ser consciente de los mecanismos de exclusión y marginación que le afectan y de las modalidades que revisten, y desarrollará las políticas de acción afirmativa necesarias. En especial, atenderá a las personas recién llegadas, inmigrantes o visitantes, que tienen derecho a sentir con libertad el barrio como propio. Dedicarán esfuerzos a fomentar la cohesión social entre los barrios y sus habitantes de toda condición.
  4. Las intervenciones encaminadas a resolver las desigualdades pueden adquirir formas múltiples, pero deberán partir de una visión global de la persona, configurada por los intereses de cada una de ellas y por el conjunto de derechos que atañen a todos. Cualquier intervención significativa ha de garantizar la coordinación entre las administraciones implicadas y sus servicios. Se fomentará también la cooperación en el barrio de la  sociedad civil libre y democráticamente organizada en instituciones del llamado tercer sector, organizaciones no gubernamentales y asociaciones análogas.
  5. El barrio estimulará el asociacionismo como forma de participación y corresponsabilidad cívica, a fin de canalizar actuaciones al servicio de la comunidad y obtener y difundir información, materiales e ideas para el desarrollo social, moral y cultural de las personas. A su vez, contribuirá en la formación para la participación en los procesos de toma de decisiones, de planificación y de gestión que la vida asociativa conlleva.
  6. El barrio demandara del municipio que facilite información suficiente y comprensible e incentivar a sus habitantes a informarse. Considerando el valor que supone seleccionar, comprender y tratar el gran caudal de información actualmente disponible, el barrio educador facilitará recursos que estén al alcance de todos. El barrio  identificará los colectivos que precisen de una atención singularizada, y pondrá a su disposición mecanismos especializados de información, orientación y acompañamiento.
    A su vez, establecerá programas formativos en tecnologías de la información y las comunicaciones para todas las edades y grupos sociales con la finalidad de combatir nuevas formas de exclusión.
  7. El barrio educador deberá ofrecer a todos sus habitantes, como objetivo crecientemente necesario para la comunidad, formación en valores y prácticas de ciudadanía democrática: el respeto, la tolerancia, la participación, la responsabilidad y el interés por lo público, por sus programas, sus bienes y sus servicios.***********

Esta Carta expresa el compromiso de las y los ciudadanos que viven en los barrios que la suscriben con todos los valores y principios que en ella se han manifestado. Se define como abierta a su propia reforma y deberá ser ampliada con los aspectos que la rápida evolución social requiera en el futuro, en beneficio de la humanidad y la armonía con la vida.

Referencias:

  • Luis Fernando Paredes Porras, Abel Pérez Rojas y Eréndida Armas Aguirre.
  • Mayo de 2015
    Colonia “Santa Fe”, Barrio “El Flamenco”
    San Juan Bautista Tuxtepec, Oaxaca, México.